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Estatuas de Isla de Pascua

Los moai, las gigantescas estatuas de la Isla de Pascua, constituyen la expresión más importante del arte escultórico rapanui y se han convertido en su seña de identidad. No obstante, a pesar de su fama mundial y la multitud de estudios realizados sobre ellos, todavía quedan muchas preguntas sin resolver en torno a estos gigantes de piedra
Las estatuas de Isla de Pascua fueron esculpidas, en un principio, en basalto, traquita y escoria roja, pero poco después los talladores se fijaron en el volcán Maunga Eo (que significa “cerro aromático”), más conocido como Rano Raraku. La piedra volcánica de color amarillo grisáceo, que se da exclusivamente en ese lugar de la isla, es un tipo de ceniza compacta con incrustaciones de basalto. Este material, llamado toba lapilli, resultó ser más idóneo que la blanda escoria o el durísimo basalto, para la construcción masiva de estatuas mediante el uso de simples herramientas.
Curiosamente la mitad norte del cráter, cuyos bordes bajan en una suave pendiente, está compuesta por un material arcilloso rojizo inservible para el tallado. La toba lapilli aparece en la mitad sur del cráter, en el lado más alto, por tanto la actividad de los antiguos maestros talladores de moais se concentró en la pared exterior que mira al suroeste, pero llegaron hasta la cima e incluso hasta el interior del cráter, en cuya ladera se conservan más de cuarenta estatuas, orientadas hacia la laguna.
La tradición oral cuenta que el arte de esculpir estatuas de piedra ya era conocido por los primeros pobladores polinesios que llegaron tras la expedición, del rey Hotu Matu’a y los siete exploradores, que partió desde la tierra de Hiva (entre el 400 y el 800 d.C.). Existe un manuscrito llamado Pua A Rahoa, que narra el olvido de dichos pobladores polinesios de un moai de nombre Oto Uta en las playas de Hiva, al que fueron a buscar para traerlo a la isla.
El nombre completo de las estatuas en su idioma local es Moai Aringa Ora, que significa “rostro vivo de los ancestros”. Estos gigantes de piedra fueron hechos por los Rapa Nui para representar a sus ancestros, gobernantes o antepasados importantes, que después de muertos tenían la capacidad de extender su “mana” o poder espiritual sobre la tribu, para protegerla.
Los reyes poseían este poder de manera innata; otros podían adquirirlo en el transcurso de sus vidas, pero para ello tenía que realizar una serie de hazañas extraordinarias, y estaban obligados a demostrarlo constantemente para no perderlo.
Los clanes más prósperos ordenaban construir un moai como una manera de honrar al hombre difunto con mana. Después de varios meses de duro trabajo , el moai recorría su camino hasta llegar al ahu o altar de piedra preparado para recibirlo. Finalmente era erigido acompañado de grandes celebraciones.
Se han registrado unos 900 moai en la Isla de Pascua. De estos, unos cuatrocientos se encuentran en la cantera de Rano Raraku, 288 asociados a los ahu, y el resto dispersos en distintos puntos de la isla, probablemente abandonados en la ruta hacia algún ahu. Del total, más de ochocientos fueron tallados en la toba lapilli del Rano Raraku, 22 en traquita blanca, 18 en escoria roja y 10 en basalto.

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